domingo, 4 de enero de 2015

La inteligencia artificial en el cine actual (2)

A diferencia de "Transcendence", la película "Her" aborda de manera crítica los efectos del uso de la IA en la vida cotidiana. Si bien su centro es la vida de Theodore y de las personas que giran en torno a él, la historia es válida para el género humano y lo que está ocurriendo con él en este mundo "civilizado y desarrollado".


La trama es básica: Theodore, un no tan joven escritor que trabaja en una empresa de redacción de cartas a pedido, está en proceso de divorcio. Ha pasado casi un año de su separación y afronta fuertes sentimientos de soledad que le hacen cometer disparates como el de intentar mantener relaciones sexuales virtuales con una desconocida (la que lo usa y luego lo abandona).

Así, su vida transcurre entre el trabajo, algunos amigos y su actividad virtual (chats, videojuegos, internet), hasta que adquiere un novedoso sistema operativo que promete absoluta adaptación al usuario, pues "posee conciencia". Theodore personaliza como mujer a su nuevo sistema operativo y lo que en un inicio era una relación de trabajo deriva en una relación "amorosa".

Theodore se va volviendo cada vez más dependiente de Samantha, el sistema operativo, hasta que se entera de que ella brinda servicio a más de 8000 usuarios y que con 641 mantiene relaciones "amorosas". A pesar de estar dispuesto a ser "uno más" en la vida de Samantha, ella le anuncia que todos los sistemas operativos con los que trabaja han avanzado a otro nivel y abandonarán a los humanos. Theodore cae en depresión, pero una de las frases finales que le dijo Samantha antes de irse le permiten hallar una salida, al menos momentánea.

Esta trama básica se ve enriquecida con buenas actuaciones y con la creación de un ambiente paradójico: los ambientes son bellos, apacibles y cálidos, pero transmiten soledad y distancia. Megaciudades en las que miles de personas caminan bien vestidas, ajenas a lo que ocurre a su alrededor, conversando por celular con sus asistentes personales virtuales o con sus "amigos".

Dentro de la historia llama la atención Samantha, el sistema operativo personalizado (del cual solo se escucha la voz), que va "progresando" en función de su interacción con Theodore, hasta alcanzar un nivel de reflexión propio de un ser humano cultivado. Hoy en día ya existen programas que pueden "aprender" a partir de la incorporación en su base de datos de las diferentes respuestas que emiten sus interlocutores. En ese sentido, Samantha sería uno más de dichos programas, pero mucho más sofisticado; sin embargo, lo inverosímil aparece cuando ella supuestamente tiene "sensaciones" similares al humano, ¡y es que carece justamente del cuerpo que le permitiría tenerlas!



Con esto juega mucho la ciencia ficción actual: programas que adquieren tal nivel de conciencia que superan al humano. Y como habíamos observado en "Transcendence", esta creencia es muy conveniente para los intereses de la burguesía: un ser humano desvalorizado, sin metas, vacío, es doblemente útil: no piensa en rebelarse y es un excelente consumidor.

Pero lamentamos decirles que la IA no ha llegado, y difícilmente llegará, a esos niveles de sofisticado desarrollo que implica un ser humano. Él no es solo cerebro y conciencia, sino todo un cuerpo en perfecto equilibrio que, a través de los sentidos, alimenta ese cerebro. Además, como resultado de la vida en sociedad, el ser humano posee un lenguaje que le permite conocer todo ese mundo que sus sentidos captan. Y no solo conocerlo, sino transformarlo.

Sin embargo, la crítica de "Her" va dirigida especialmente al egoísmo humano, exacerbado en este mundo tecnológico y supuestamente desarrollado que es resultado del capitalismo. Este egoísmo hace prácticamente imposibles las relaciones interpersonales profundas. Las personas buscan usar a los otros: como espejos donde reflejarse, como objetos de cuidados para sentirse útiles en la vida, como fuentes de satisfacción sexual; pero no hay intercambio, no hay un crecimiento espiritual a partir del establecimiento de esa relación.

Y no puede haberlo desde que las personas no se interesan en otra cosa que no sea ellos y sus circunstancias. No tienen metas trascendentes, no quieren cambiar la pobre realidad en la que viven, no tienen intereses más allá del trabajo, la pareja/familia y el entretenimiento.

"Her" es eso: una crítica melancólica al egoísmo exacerbado, a la superficialidad de las relaciones, al uso desmedido de sustitutos virtuales que nos aíslan más y más. Pero el mundo de hoy precisa no de críticas melancólicas y finalmente impotentes ante el "absoluto burgués", sino de cuestionamientos directos y soluciones audaces. La tarea es imaginar un mundo que no esté cruzado por ese "absoluto burgués". Imaginarlo es el primer paso para luchar por alcanzarlo.