lunes, 11 de mayo de 2015

Ciutat Morta (Ciudad muerta)

Ahora que en el reciente caso de Tía María se ha puesto en evidencia el burdo montaje policial para detener a supuestos "terroristas antimineros"; ahora que más que nunca se observa cómo el gobierno, los partidos políticos y los medios de comunicación cierran filas en torno a este sistema explotador que quiere imponer "sí o sí" proyectos que los harán multimillonarios a costa de cientos de miles de vidas humanas; vale la pena conocer un caso que indignó a España en el 2006 y la sigue indignando hasta ahora.

Un caso con semejanzas a lo que ocurre en nuestro país: abuso contra los pobres, contra "los que estorban el progreso", contra todo lo que parezca ya no "rojo" sino solo "rosadito" o vagamente "contestatario". Y la lógica es la misma: imponer a como dé lugar el reino del mercado, del dinero, sobre la faz de la Tierra.

Después de ver "Ciutat Morta", además de la indignación contra un sistema injusto y salvaje, queda un mensaje claro: si algo pudo doblegar  la corrupción policial, judicial y municipal, fue la tremenda dignidad de los jóvenes que afrontaron la injusticia de verse torturados y encarcelados sin motivo. Y no sólo dignidad de ellos, sino de sus amigos, familiares y todos los ciudadanos que se organizaron en torno a la defensa de su causa, quienes lejos de sentirse amedrentados por ser acusados de "antisistema", persistieron en sus convicciones e hicieron retroceder a la corrupción. Un ejemplo a tomar en cuenta.

Versión completa del documental: 


viernes, 1 de mayo de 2015

"El hombre elefante" y el proletariado



En 1980 se estrenó "El hombre elefante", película dirigida por el cineasta norteamericano David Lynch. Para el guión se basó en la vida real de Joseph Merrick, ciudadano británico perteneciente a la clase trabajadora, quien padecía severas malformaciones físicas (Síndrome de Proteus).

Un guión con fuerte carga dramática, rodaje en blanco y negro, buenas actuaciones y maquillaje preciso para recrear las malformaciones de Merrick, aseguraron a "El hombre elefante" varios premios BAFTA y ocho nominaciones al Oscar. Sin lugar a dudas, fue un éxito comercial y recibió elogios de la crítica. Hoy en día se considera una película "de culto".

Sin embargo, la película de Lynch se toma varias licencias para escamotear las duras condiciones que afrontó la clase trabajadora inglesa desde 1834, año en que la burguesía le declaró abiertamente la guerra al proletariado y promulgó la nueva Ley de pobres (Poor Law).

Vayamos por partes. En su película, Lynch presenta un Joseph Merrick huérfano, que desde niño ha sido explotado y vejado por un empresario circense. El doctor Sir Frederick Treves, alertado de la existencia del "hombre elefante", lo contacta (sobornando previamente al empresario), lo examina y lo exhibe ante la comunidad científica de Londres. Luego, remontando algunos obstáculos, logra que Merrick se quede a vivir en el hospital y, con ayuda del director del establecimiento, publicita el caso y consigue el apoyo de la señorita Kendall (actriz de teatro) y de la princesa de Gales. En un ambiente cálido y lleno de comodidades que nunca había tenido, se ponen en evidencia las dotes artísticas de Merrick, así como su gentileza y sus exquisitos modales, aspectos que generan admiración, pues se esperaría otro comportamiento de una persona como él (deforme y maltratada por la vida). Lynch resalta bastante este aspecto, para que el espectador se concentre en el contraste entre la apariencia física y el contenido espiritual de Joseph Merrick.

Como habíamos señalado al inicio, Lynch se tomó varias licencias. La principal de ellas es que obvió abiertamente el duro pasado de Merrick como obrero en una fábrica de tabaco, mercader ambulante y, finalmente, como asilado durante cuatro años en la Leicester Union Workhouse.

Merrick se encuentra con la señorita Kendall (Anne Bancroft)

Las workhouses ("casas de trabajo") fueron el resultado de la implantación de la nueva Ley de Pobres en Inglaterra (1834). Como señala Federico Engels en su obra La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845), con esta ley la burguesía le declaró la guerra sin cuartel al proletariado. Basada en la teoría malthusiana, la nueva Ley de Pobres abolía la ayuda social a los indigentes, a los obreros sin empleo o tullidos, y a las familias obreras numerosas, basándose en el argumento de que toda esta gente era superflua para la sociedad y que, en vez de gastar dinero ayudándola a que se reproduzca, se debía hacer todo lo posible por eliminarla.

Y para garantizar que ningún pobre osara siquiera buscar ayuda en algún lugar para aliviar sus penurias, ahí estaban las workhouses, las "bastillas de los pobres", llamadas así porque el trato que se daba a quienes se asilaban ahí era como el de la cárcel francesa de La Bastilla, simplemente atroz. A lo largo de varias páginas, Engels detalla los casos más indignantes de maltrato humano que se puede haber leído. Sin embargo, para la burguesía inglesa eran casos "ejemplarizadores". Como señala el mismo Engels: "Jamás se había afirmado tan claramente, tan francamente, que los proletarios solo existen para ser explotados por los poseedores y para morir de hambre cuando estos no puedan utilizarlos".

En su película, Lynch obvia este pasaje en la vida de Merrick, quien estuvo cuatro años en una workhouse y de la que siempre se expresó con horror. Por el contrario, la etapa de trabajo en el circo fue la más feliz para él (antes de vivir en el hospital), pues se encontró con buenos compañeros de trabajo y las labores eran más ligeras en comparación con las de la workhouse. Así, Lynch logra distraernos del objetivo: el problema son los individuos, no la sociedad.

Otro aspecto velado por el guión de Lynch es el origen familiar de Merrick. Sus padres eran de origen campesino, que habían migrado a la urbe como resultado de las expropiaciones de tierras realizadas por la burguesía como parte de su afianzamiento como nueva clase dirigente.

La señora Merrick, ama de casa que apoyaba la alfabetización de niños en la Iglesia Baptista, fue quien educó a Joseph hasta los 11 años. Fue ella, una descendiente de campesinos y miembro de la clase trabajadora, quien le brindó la base cultural y quien desarrolló en su hijo esa sensibilidad artística que lo caracterizaría. Y hacemos énfasis en esto pues en "El hombre elefante", la mayoría de personajes pobres son malos, aprovechadores, zafios y entregados a las más bajas pasiones; en resumidas cuentas, unas lacras para la sociedad. Por el contrario, los adinerados son generosos y nobles de espíritu. 

Por último, no se puede negar el apoyo que Merrick recibió de sus benefactores; pero, ¿qué podía significar esta ayuda si de manera sistemática y consciente la burguesía inglesa intentaba exterminar a cientos de miles de proletarios?

La nueva Ley de pobres fue abolida en 1948, cuando, por influjo del socialismo, establecido exitosamente en la URSS y en China, la burguesía europea se vio obligada, para contrapesarlo, a implementar el Estado del Bienestar.

Ahora que en las noticias vemos a cada momento cómo se explota a los trabajadores y cómo se hostiliza a los campesinos, es bueno recordar lo que fue capaz de hacer la burguesía del país "más civilizado" del mundo. Como diría el "Che" Guevara, en la burguesía no se puede confiar "ni así tantito".

Merrick de regreso a Londres

Película completa doblada al español:
https://www.youtube.com/watch?v=i2AeMltARd4